ENVEJECIMIENTO Y VEJEZ
     


Chile se encuentra en un proceso de cambio profundo en cuanto a su distribución demográfica, inserto en la permutación ocurrida en Occidente durante el siglo XX desde la sociedad post-industrial a la moderna y de ésta, a la post-moderna. La transición del componente poblacional ya se evidenciaba en los informes de las Naciones Unidas publicados en el año 1982: La población mayor de 60 años del mundo está aumentando decían, mientras la menor de 15 años está disminuyendo, fenómeno éste último, que ya mostraba una mayor acentuación en los países más desarrollados.

 

Año PB. Mayor 60 años
1950 200
1975 350
2000 590
2025 1.100
* Población expresada en millones de habitantes


Referirse a "envejecimiento" significa abordar el tráfico desde la juventud a la senectud, mientras por "vejez" entendemos la condición o estado de senescente propiamente tal. Para desarrollar este análisis, utilizaremos una perspectiva múltiple, en el sentido de incorporar los aportes de diversas disciplinas, a partir de dos dimensiones básicas: la primera que alude al proceso centrado en el individuo, que se caracteriza por pérdida gradual y progresiva de la eficiencia biológica, lo que significa que disminuye la capacidad del organismo para funcionar adecuadamente. Este menoscabo que termina en la muerte, es parte del ciclo vital de todas las especies.

El avance de la edad es responsable de cambios morfológicos y funcionales en todos los órganos y parénquimas: se traduce en problemas en el aparato locomotor, la piel, los sistemas digestivo, respiratorio, inmunológico, nervioso central y periférico, entre otros. Sin embargo estos cambios llamados fisiológicos, por tanto esperados a esta altura de la vida, son frecuentemente complicados por la existencia de patologías crónicas, tales como la hipertensión, diabetes, osteoporosis, cataratas, patologías dentales y trastornos emocionales para enumerar a los más conocidos. Estas alteraciones sumadas al deterioro "normal", demandan mayores exigencias en cuanto al manejo del adulto mayor como problema médico, lo que tuvo como consecuencia que en nuestro país hasta los años '90s, se mantuviera una idea de atención centrada en los aspectos terapéuticos ("medicalización" del adulto mayor), en desmedro de una perspectiva más integral.

La segunda dimensión es social, en el sentido que son las condiciones propias de cada sociedad las que determinan en último término, cuántos años y con qué calidad va a vivir una persona mayor. De acuerdo a este enfoque, existe una relación entre la edad cronológica de los individuos y las funciones que se asignan a los miembros de una comunidad dada, resultante de un sistema de racionalización del tiempo biológico, adaptado a los distintos roles que los individuos deberían ir cumpliendo en sus etapas de la vida como parte de ese conjunto social. Este concepto es la llamada "edad social". Ambas dimensiones están en constante superposición y no pueden tratarse en forma aislada.

La evolución de las distintas etapas de la vida humana entonces, está relacionada con el papel más o menos activo que desempeña el individuo en la sociedad, de tal manera que se es más dinámico (a) en las más tempranas y menos en las más tardías. En estas últimas, es frecuente que las personas suspendan sus obligaciones laborales y comiencen a depender cada vez más de sus familias, de su comunidad y por cierto de la sociedad. Si bien esta transferencia es gradual, ocurre dentro de los contextos históricos, culturales y sociales propios, es de todos conocida y en muchos casos hasta anhelada, tiene un fuerte impacto en las condiciones de vida del afectado.